domingo, 26 de junio de 2011

INRI

Tenía sus cuadros predilectos, pero la luz decidía qué lienzo o qué figura había de atraer su atención. Sin embargo, la gran cruz que colgaba detrás del altar en la que Jesús había muerto con rostro de infinita tristeza siempre lo cautivaba. Sobre su cabeza ponía INRI, y Farid trataba de interpretar ese INRI como un mensaje secreto.
Cada vez que veía al Jesús sacrificado no podía evitar pensar en Kama Sabuini, su compañero de clase, que acudía al colegio de élite de los cristianos lo mismo que otros hijos de familias musulmanas acomodadas. Kamal encontraba interesante el cristianismo, aunque no acababa de entender el asunto de la crucifixión de un dios, que con el dedo meñique habría podido transformar todo el Imperio romano en una ciénaga y a los césares y sus soldados en hormigas. Y lo que más extrañaba al joven musulmán era la Trinidad de Padre, Hijo y Espíritu Santo.
- Los musulmanes son demasiado primitivos para entenderlo - decía el padre de Farid, pero él mismo no podía explicar la cuesión del Espíritu Santo, pese a que era muy versado en asuntos de religión.
INRI. ¿Qué secreto escondía? El profesor de religión explicó en árabe el significado de esas letras: "Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos". Pero eso no era lo bastante misterioso para Farid. ¿Por qué el INRI ejercía tanto influjo sobre él?
- Formaba parte de esa grandiosa puesta en escena - dijo Josef con aire elocuente -; matar conforme a la costumbre romana, a la manera del gobernante. Por eso el cartel también tenía que estar escrito en su idioma.
Mientras Josef contaba, Farid veía mentalmente a Pilatos. El gobernador romano se plantaba, pálido, esbelto y asqueado, ante el populacho de una provincia polvorienta que le era ajena.
- Pilatos estaba como en un escenario - proseguía Josef -; frente a él tenía a un joven tembloroso que no le resultaba antipático, un joven oriental consagrado a la muerte y abandonado por toda su estirpe. Aquí estaba el sensible Pilatos, que sentía aversión hacia la pena capital, y allí un joven revolucionario que sólo quería dejar la muerte atrás, daba extrañas respuestas y, sencillamente, no advertía las vías de escape que se le ofrecían. Por lo demás, sin los romanos su muerte se habría producido sin INRI y sin la enorme cruz simbólica. Jesús habría muerto, como entonces era usual en Oriente, de forma miserable, lapidado.  Un montón de piedras no habría sobrevivido ni un siglo como símbolo. Pero - Josef bajó la voz, como siempre que iba a hablar de conspiraciones - INRI no sólo significa Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum, sino que también es un mensaje en clave a los romanos: Iustum necare reges Italiae, o lo que es lo mismo, "Es justo matar al rey de Italia". Está en este libro - añadió, y mostró a Farid una obra sobre sociedades secretas italianas.

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El lado oscuro del amor - Rafik Schami

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