martes, 15 de junio de 2010

Más sobre trenes

El 19 de marzo de 1948 el gobierno argentino tomó posesión de todos los ferrocarriles extranjeros. Parecía que el telón definitivo había caído sobre un mundo colonial que sólo ofrece recuerdos de miseria, de ignominia y de sucesiva destrucción de todos los esfuerzos argentinos para cimentar una nación verdaderamente libre e independiente. Pero detrás del desconcierto y de la confusión revolucionaria iniciada en 1955 han reaparecido los viejos testaferros que sirvieron a los intereses británicos en la elaboración y sostenimiento de su extinto imperio ferroviario. Es evidente que ellos está trabajando en el más sigiloso secreto para endeudar a los actuales ferrocarriles del Estado Argentino y facilitar las maniobras futuras de readquisición, muy semejantes a las que condujeron a la pérdida de la propiedad del primer ferrocarril argentino, el Ferrocarril del Oeste. Pero eso ya no es historia y será el tema de otros trabajos defensivos. El futuro dependerá de nuestra decisión.

10 de agosto de 1957
Raul Scalabrini Ortiz
Historia de los FFCC Argentinos
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Ramal que cierra, pueblo que muere


"Ramal que para, ramal que cierra", dijo el presidente Carlos Menem en noviembre de 1989. Y así fue. Sólo en el ramal del Ferrocarril Belgrano quedaron sin recibir el tren aguatero 43 estaciones. "Pueblo sin tren, pueblo que muere" respondieron las llanuras, ciudades y el litoral de la Argentina, con protestas de distinta intensidad. Y así fue.

Los fantasmas de la crisis

La ruleta de la ayuda oficial Con las primeras clausuras decretadas por el Gobierno en 1990, numerosos pueblos y ciudades del país quedaron aislados. Los pobladores más viejos se quedaron a sobrevivir, con mucho entusiasmo y ninguna esperanza. Los más jóvenes se fueron. Las ciudades quedaron sin futuro. Esto ocurrió con La Banda en Santiago del Estero, Laguna Paiva y San Cristóbal en Santa Fe o Navarro y Las Marianas en Buenos Aires, para citar sólo algunas. Con la desaparición del tren sanitario también se perdió el servicio que prestaba en las campañas contra el mal de Chagas, los planes de vacunación y la lucha contra la langosta.

Mientras existió el servicio ferroviario, el tren cumplía la misión social de llevar agua potable a aquellas ciudades que no la tenían. También así se combatían las sequías."Si han cerrado el camino de metal, el acarreo acuoso se detuvo, los pozos se secan o se pudren las cisternas, y éstas son tapadas por yuyales que al secarse transitan el camino de los vientos como representantes de la muerte. Los pueblos se vacían uno a uno", cuenta el experimentado dirigente ferroviario Juan Carlos Cena en su libro autobiográfico en preparación: El guardapalabras.

En una investigación realizada por Cena, Inés Vázquez y Oscar Palacios se sostiene: "En la mayoría de las áreas consideradas de emergencia, sea por el acecho del cólera o por la insalubridad de las napas subterráneas, el ferrocarril ya no circula; donde todavía lo hace, el estado de las instalaciones para el servicio hídrico va desde un deterioro pronunciado- Chepes, Milagro, Chamical, Aimogasta, en La Rioja; La Banda, Simbolar, La Aurora, Bandera en Santiago del Estero- hasta su catalogación como irrecuperables: Pluma de Pato, Morillo en Formosa, Desiderio Tello, Carrizal, Patquía en La Rioja; Simbol, Loreto, Beltrán en Santiago del Estero".

Los rieles siguen y esperando. Mientras, el ex-dirigente ferroviario y actual diputado nacional del PJ Lorenzo Pepe se esperanza: "El tren nos va a sobrevivir a todos", Cena se lamenta: "El ferrocarril era un servicio solidario" y el dirigente radical Jorge Vanossi se indigna: "El único país que levantó ramales fue la Argentina, en Europa se construyen más y más kilómetros de vías".

HECTOR PAVON - Clarín 25/5/1997

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